sábado, 28 de diciembre de 2013

VECINOS DE HUELMA EN EL SERVICIO MILITAR, MADRID 1965:

De arriba a abajo y de izquierda a derecha: Antonio Martínez "Titopecas", Juan Fernández "Cebolla", Eduardo Marín, Juan Martínez Barajas "Cerrajero", Pedro Martínez Lirio, Andrés Martínez Díaz "El Chato", Alfredo "Cañón", Manuel Martínez Fernández "El Marqués", Juan Villanueva "El de los Burros", Máximo García "El Rey" y Francisco Marín "Pavi".

                                                                                              Fotografía gentileza de Francisco J. Martínez.

HUELMENSES EN EL SERVICIO MILITAR, ALGECIRAS 1939:

Esteban Aranda "Chiviranda", Pedro López "Mochilas" y Jacinto Martinez García "Polvorilla", Después de estar en la Guerra Civil tuvieron que cumplir el servicio militar.
                                                                                         Fotografía gentileza de Francisco J. Martínez.

lunes, 23 de diciembre de 2013

FAMILIA DÍAZ EN LA ESQUINA DE LA CERVECERÍA, HUELMA AÑOS 70:

                                                                                             Fotografía gentileza de Sebastián Díaz Mora

sábado, 14 de diciembre de 2013

AFICIÓN APOYANDO AL HUELMA CF, AÑOS 80:

                                                                                                   Fotografía gentileza de José Díaz Galiano

miércoles, 11 de diciembre de 2013

CARTILLA DE ESCOLARIDAD DE ANA Mª MARTÍNEZ GARCÍA, HUELMA 1955:

                                                                                                 Fotografía gentileza de Francisco Martínez

miércoles, 4 de diciembre de 2013

DÍA DE ANDALUCÍA, HUELMA 2006:

Esta fotografía la hice dentro del curso de fotografía con Pedro Gila en 2006, revelando el carrete y la fotografía en blanco y negro.

miércoles, 27 de noviembre de 2013

FAMILIA DÍAZ MORA POSANDO EN LA PUERTA DE LA CERVECERÍA, HUELMA PRINCIPIOS DE LOS 70:

                                                                                                       Fotografía gentileza de Sebastián Díaz

martes, 26 de noviembre de 2013

SEBASTIÁN DÍAZ Y Mª DOLORES JUSTICIA, HUELMA AÑOS 60:

                                                                                                                     Fotografía del archivo familiar

domingo, 24 de noviembre de 2013

MANUELA VALDIVIA Y DIEGO BAYONA:

                                                                                  Fotografía gentileza de la familia de Manuela Bayona

martes, 19 de noviembre de 2013

viernes, 15 de noviembre de 2013

VIAJE A SEVILLA DE LA PEÑA DEL ATLETHIC DE BILBAO EN HUELMA, AÑOS 80:

                                                                               Fotografía gentileza de José Díaz Galiano

sábado, 9 de noviembre de 2013

FAMILIA JUSTICIA ARANDA, HUELMA 1940:

Manuel Justicia, Quiteria Aranda y abajo Simón, Pedro y Manuel Justicia Aranda.
                                                    Fotografía gentileza de Juana Mª Justicia Aranda

martes, 5 de noviembre de 2013

PEDRO PEÑAS CON LOS AMIGOS DE HUELMA AÑOS 50:



En los toros Cambil.
                                                                                    Fotografías gentileza de Francisco Peñas Martínez.

jueves, 31 de octubre de 2013

LA MENTALIDAD ANTE LA MUERTE EN LA HUELMA DE FINALES DEL SIGLO XVI, DEL INVESTIGADOR HISTÓRICO AMABLE VICO VICO:

Fallecido el individuo la comunidad parroquial participaba del acontecimiento por medio del tañir de las campanas, que doblaban a duelo. A continuación, se iniciaba todo el cortejo fúnebre que, presidido por la cruz parroquial, se encaminaba a la casa del fallecido y que no era sino el comienzo de todo un rosario de actos exequiales que culminaban con el oficio de cabo de un año. Todos habían sido previamente establecidos en el testamento y, por consiguiente, su análisis nos da mucha luz a la hora de conocer todo el amplio espectro de posibilidades que ofrece la configuración del mundo de la muerte y de la religiosidad en la villa de Huelma.
EL ACOMPAÑAMIENTO: Lo más usual era la participación de los clérigos parroquiales, con su cruz y sacristán, seguidos muy de cerca por las cofradías. En una mínima parte de los testamentos se solicita el acompañamiento de frailes, la mayoría de los cuales pertenecen al convento de Santa Isabel de la orden de los agustinos, sito en la misma villa.
El testador se podía encomendar a una o varias cofradías que se se debían de encargar tanto de asistirlo en su enfermedad como de acompañarlo en sus exequias, debiendo destinarle algunas  misas a favor de su alma.
LA SEPULTURA: Antes de aproximarnos al tipo de sepultura hay que decir que prácticamente el cien por cien de los enterramientos se realizaban en la Iglesia Mayor. La causa mas directa es el deseo de descansar eternamente donde habían desarrollado la mayor parte de su vida cotidiana religiosa, lugar donde a su vez estarían sepultados la mayoría de sus familiares.
El cuarenta por ciento de los testadores poseen sepultura propia en la iglesia parroquial. Un 26 % lo hacen en la sepultura de sus padres y otro 36% lo hacen en la sepultura de algún familiar. Solo en un 17% se deja a elección a cargo de los albaceas o conjuges.  También hay dos testamentos en los que el propio testador menciona que es pobre. En el testamento de Alonso Martínez: "declaro que yo no tengo en esta villa y su término ningunos bienes porque soy muy pobre, y para que mi ánima se cumpla y se haga bien por ella mando que una capa parda mediana y unos calzones y ropilla que tengo de Puertollano negro que tengo mios propios, mando que se bendan y con lo que dellos se hiziere y con quatro ducados y medio que me debe Muguel Sánchez de la Moraleda, que mando se cobren, y de todo ello se cumpla mi ánima como declarare por este mi testamento".
El cuerpo se podía amortajar vistiéndole con el hábito de alguna orden religiosa o de cofradías. Son cinco testantes los que mandan ser enterrados con una determinada indumentaria: cuatro de ellos con el hábito franciscano y el último con el hábito de la cofradía de los nazarenos, cofradía esta que por cierto, llegará a tener mucha aceptación popular en la siguiente centuria.
Pongamos como ejemplo el testamento de Marina García: "e mando que si de mi acaeciere finamiento mi cuerpo sea sepultado en la yglesia mayor desta villa en la sepultura que yo allí tengo , e mando entierren mi cuerpo en una caxa de madera en el ábito de bienabenturado San Francisco".
El difunto podía también estar cubierto por un paño negro al celebrar los funerales. Así lo vimos para la cofradía de las Ánimas del Purgatorio de la villa. Normalmente, cada cofradía o la misma parroquia poseía todos estos objetos necesarios para la celebración de las exequias (paños, ataudes, hachones de cera etc), de tal modo que pudieran usarse y reutilizarse para todos los hermanos o feligreses que así lo necesitaran.
La sepultura dentro de las iglesias era motivo de importantes conflictos ya que se llegó a pensar que la misma era poco más que la prolongación del espacio doméstico, tratándose como una pequeña propiedad privada cuyo uso estaba restringido únicamente a los propietarios y sus herederos. Así en el mismo testamento de Marina García, se estipula lo siguiente: "quiero y es mi voluntad que para mi sepultura e para poner en ella se saque una alfonbra sin quenta de mis bienes y la lleve María Sanchez e Marina García su hija, y se syente en la dicha mi sepultura ella e su hija todos los días que bibiere, e nade les pueda poner ynpedimento a ello, e después de sus días se enterren ambas en ella".
Como dato aclaratorio conviene saber que, ambas mujeres fueron esclavas sometidas a servidumbre doméstica, a las cuales se les da "carta de liberto" en el mismo testamento.
La cera en la sepultura era también una práctica corriente, principalmente durante las celebraciones eucarísticas, pues pretendía rendir memoria al difunto, y simbolizaba la luz de la vida eterna que se anhelaba. Una prueba de ello la tenemos en el testamento de María de la Chica: "mando que pongan sobre mi sepultura desde el día de mie enterramiento hasta un año cumplido dos hachas de cera encendidas, que ardan sobre mi sepultura todos los domingos y fiestas de guardar en el entre tanto que se dixere la misa mayor".
LAS EXEQUIAS: Una vez que el cuerpo llegaba a la iglesia se iniciaban las exequias propiamente dichas. Las celebraciones cultuales eran diverss pero todas ellas tenían componentes comunes. La misa y vigilia del día del enterramiento era un de estos actos habituales que podía ser de oficio mayor, llano o menor. Pese a todo hay un dato que llama la atención el 62% de los testadores mandan que celebren por su alma una misa y vigilia de oficio mayor, en algunos casos con ofrenda de pan,  vino y cera sobre su sepultura, lo que indica que los testantes dentro de lo posible, preferían aquel tipo de oficio sobre el resto.La costumbre de ofrendar pan y vino provenía de la tradición hebraica, según la cual, Tobías exhortaba a su hijo a que ofreciera dicho sacrificio sobre la tumba del justo, y no en la de los pecadores. Esta práctica con el tiempo se hizo muy usual y tenía como objetivo aprovechar al alma del difunto por quien se ofertaba con el fin de suavizar las penas del Purgatorio. La cera simbolizaba la luz de la vida futura y la esperanza en la resurrencción, por ello su empleo fue tan corriente en las exequias, que estaban presididas por varios hachones , al igual que también se generalizó su uso entre los cofrades, clérigos y pobres presentes.
A todo individuo, fuera cual fuese su calidad o condición, la parroquia debía de ofrecerle y costearle unos sufragios mínimos. Así quedaba reflejado en la Constituciones: "de un entierro ordinario, no han de llevar los clérigos de cada yglesia parroquial mas de ocho reales, han de decir una missa y una vigilia, cantadas con dos responsos, y se han de repartir los ocho reales en esta forma. Los seys reales a los sirvientes que asistieren, porque el que no asistiere no ha de ganar sino fuere por enfermedad, y al sacristán dos reales por doblar, y llevar la cruz y si se dixere segundo oficio que llaman cabo de año, con otra vigilia y otra missa cantada, se han de dar quatro reales a los que sirvieren y al sacristán otro real"
"De un officio solemne donde ay costubre de hazerse que se entiende con capas y diáconos dos reales más que al ordinario, y donde uviere solamente diachonos y no capas un real mas, para cada diachono medio real: y deste officio se ha de dar al sacristán tres reales por doblar y llevar la cruz"
En la villa de Huelma fueron  muy usuales los novenarios. En prácticamente todos los testamentos se mencionan, aunque podían reducirse a tres días o, más comúnmente, se sustituían por un número determinado de misas. Por tanto el novenario consistía en que durante nueve días se dijese una misa cantada con responso cada jornada.
Con el "oficio del cabo del año" se daban por finalizadas las exequias fúnebres, que como su nombre indica tenía lugar al cumplir el primer aniversario de la muerte del difunto.

LA MENTALIDAD DE HUELMA EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XVI.
LA MENTALIDAD ANTE LA MUERTE.
AMABLE VICO VICO.
Fotografía de uno de los motivos decorativos de la bóveda de la Capilla Mayor de la Iglesia de la Inmaculad Concepción. Angel del Moral

ANTONIO RAYA DUEÑO DE LA FURGONETA, CON FAUSTO LIRIO Y HELIO QUESADA MIEBROS DE LOS JÓNICOS, HUELMA AÑOS 70:


domingo, 27 de octubre de 2013

AMIGOS EN LA VARIANTE, HUELMA FINALES DE LOS 60:


                                                                                           Fotografía gentileza de Ramón Raya Agular.

RAMÓN RAYA AGUILAR POSA EN EL JARDÍN, HUELMA 1956:

                                                                                            Fotografía gentileza de Ramón Raya Aguilar.

viernes, 25 de octubre de 2013

TRABAJANDO EN LA CARPINTERÍA, HUELMA FINALES DE LOS AÑOS 60:

En esta fotografía podemos ver a José Díaz Galiano con el carro,  con el que se transportaban las puertas y demás material desde la carpintería hasta su lugar de ubicación. La fotografía está tomada en la Plaza Buenavista y la casa que se ve en construcción el la última de la C/ Cerrillo, justo enfrente estaba la carpintería de los hermanos Galiano, los que ahora son Muebles Mugali y su tío Rafael. Pepe empezó en esta carpintería como aprendiz en los años 60.
                                                                                                 Fotografía gentileza de José Díaz Galiano.

martes, 22 de octubre de 2013

"PEDRITO DE LA POSÁ" EN LA FIESTA DE LA ERMITA CON LA FAMILIA Y AMIGOS, HUELMA AÑOS 50:

                                                                                   Fotografía gentileza de Francisco Peñas Martínez

"PEDRITO DE LA POSÁ" CON LOS AMIGOS, HUELMA AÑOS 50:



                                                                                     Fotografías gentileza de Francisco Peñas Martínez

jueves, 17 de octubre de 2013

NEVADA EN HUELMA 1968, PLAZA DEL MESÓN:

En esta bonita fotografía realizada en el invierno de 1968, podemos observar a numerosos vecinos de los alrededores de Plaza Nueva. En los días de invierno y nevadas cuando la vida y trabajos agrícolas se ralentizaban,  muchos jóvenes ponían en práctica una tradición relacionada con la nieve, construían grandes bolas, rodándolas por las calles y las colocaban en la puerta de algún local comercial o taberna, a la espera de que se les invitara a un trago de vino o aguardiente, trasladándola luego a otro lugar. Esta está en la Plaza del Mesón en la puerta del Bar León.
Yo particularmente he vivido esta experiencia cuando un grupo de amigos bajaban una gran bola por la C/ Munuera, la llevaban cogida con sogas, todo un espectáculo.

                                                                                           Fotografía gentileza de Germán Díaz Galiano

lunes, 14 de octubre de 2013

HUELMA MUSULMANA. JUAN MARTOS QUESADA:

Huelma musulmana y fronteriza


Juan Martos Quesada
Universidad Complutense. Madrid

Introducción histórico-geográfica

Huelma es un pueblo con mucha historia, como lo demuestran las más de
cuatrocientas entradas que la profesora García Valenzuela recoge en su trabajo sobre
bibliografía huelmense1. Cuando en el año 1993 se localizó el yacimiento ibérico
de El Pajarillo2, más de un historiador mostró su sorpresa por la relevancia
histórica del mismo en un enclave como Huelma, pero no fue así para los conocedores
de la zona, que ya sabían de la antigüedad de otros yacimientos neolíticos,
como la Cueva de Guadalijar, de la edad de cobre, como los hallados en Cabra del
Santo Cristo y de otros asentamientos protohistóricos localizados en el cortijo de
la Castellanía, Ruicerezo, Cantaruela, Dientes de la Vieja y cortijo de Las Casas3.

Posiblemente, la ciudad de Acatucci (o Agatucci) a la que se refieren las crónicas
romanas sea Huelma, así al menos lo creen los historiadores M. de Ximena, J.A.
Ceán-Bermúdez, M. Lafuente y J. Martínez, aunque otros historiadores, como F.
Fita, R. Thounevot, J.M. Roldán y A. Tovar dan otras alternativas4. Este enclave ro


1

 H. Gela, “ Bibliografía huelmense ( 1588-1993)”, en Elucidario, nº 2 ( 2006), págs. 83-130
2

 Sobre este importante yacimiento, véase M. Molinos, T. Chapa, A. Ruiz y J. Pereira, El santuario
heroico de El Pajarillo, Huelma (Jaén), Jaén, 1998.

3

 Cf. R. López Guzmán, Huelma. Arte y Cultura, Granada, 2009, pág. 16

4

 Cf. A. Olmo López, Las subbéticas islámicas de Jaén y Granada. Evolución territorial. De los
antecedentes romanos a la conquista cristiana, Jaén, 2001, pág. 73


Estudios de Frontera. 9

mano se encontraba en el Itinerario de Antonino, una de cuyas vías une Cartagena
con Cástulo (Cazlona). Esta vía tenía los siguientes hitos: Basti (Baza) --– Acci
(Guadix) --– Acatucci (Huelma) --– Viniolis (Arbuniel) --– Mentesa (La Guardia)
---Cástulo (Cazlona).

De todas formas, la presencia romana en la comarca huelmense está fuera de
toda duda y, probablemente, tuvo cierta importancia, tal y como lo atestiguan la
gran cantidad de monedas que se han localizado en las tierras aledañas, amén de algunos
testimonios arqueológicos, ya desaparecidos, pero de los que nos da noticias
el erudito local Camilo Amaro5.

Por último, durante los siglos de hegemonía visigoda en la Península Ibérica
–antes de la entrada de los árabes–, Huelma, así como toda la zona circundante, sufre
un retroceso y un deterioro, al quedar seguramente este territorio en la frontera
ente visigodos y bizantinos, pues la presencia goda en estas tierras es muy débil y es
probable que la zona de la Subbética escapase al control de los bizantinos.

No sería de extrañar que la Huelma romana desapareciera y fuera refundada
por los musulmanes con el nombre actual Walma. En cuanto a la etimología del
topónimo y a su significado, hay diversas teorías. Tomás Quesada aventura que,
posiblemente, su origen tenga lugar en el término beréber de Guelma, nombre
de lugar muy frecuente en el Norte de África6. El arabista Joaquín Vallvé se inclina
por su procedencia de la palabra árabe walima, “anfitriona”, aludiendo a su
hospitalidad7. Asimismo, el arabista Huici Miranda propone su procedencia del
vocablo árabe Balma, “celo”, “ardor”, en probable alusión a su carácter fronterizo.
De todas formas, el sentido toponímico que estimamos más correcto y coherente
es el propuesto por Mª Carmen Jiménez Mata8, que apuesta por su origen árabe de
Walda(t) al-ma’, “nacimiento de agua”, dada la abundancia de aguas existente pues,
no olvidemos, que en Huelma nacen los diversos arroyuelos de agua que dan lugar
al nacimiento del río Jandulilla.

5 C. Amaro, “Algo de Arqueología”, en Paisaje, nº 28 (1945), págs. 221-223.

6

T. Quesada, “El poblamiento medieval en las Sierras Subbéticas de Jaén y Granada. El caso de
Sierra Mágina”, en Studia Historica, IX (1991), pág. 175.
7

J. Vallvé, “La división territorial en la España musulmana. La cora de Jaén”, en Al-Andalus,
XXXIV (1969).
8 M.C. Jiménez Mata y T. Quesada, “En los confines de la conquista castellana. Toponimia y
poblamiento de los Montes-Granadino-Giennenses en el siglo XII según la documentación cristiana”, en
Revista del Centro de Estudios Históricos de Granada y su Reino, VI, 2ª época (1992), pág. 61


Huelma musulmana y fronteriza

Geográficamente, la posición de Huelma es privilegiada y ello ha condicionado
su desarrollo histórico. Su importancia viene por tres aspectos: por ser zona de
paso entre el alto Guadalquivir y el sur de la Andalucía oriental; por su vocación de
plaza fronteriza a lo largo de la historia; y por ser un elemento clave en el control y
dominio del importante valle del río Jandulilla.

Como es sabido, la Andalucía oriental es una zona extremadamente montañosa
y de difícil acceso y que, por su extensión y estructura orográfica se nos presenta
como una especia de gran fortaleza natural, lo que explica su aislamiento y el hecho
de que el reino nazarí de Granada permaneciera durante casi tres siglos más, hasta el
siglo XV, tras la caída de la Andalucía del Guadalquivir en manos de los reinos cristianos
en el siglo XIII9. La zona norte de esta fortaleza sería la conformada por las
sierras subbéticas, en particular las de Mágina y Alta Coloma. Así pues, para pasar
desde el alto Guadalquivir hasta la depresión de la Subbética y, de aquí a las costas
de Almería, Granada y Málaga, ha habido, a lo largo de la historia, una serie de
pasos, siendo uno de ellos el formado por La Guardia --– Huelma --– Noalejo --–
Montejícar, que es muy similar a la vía romana a que hemos aludido anteriormente.

En cuanto a su vocación fronteriza, Huelma ya formó parte del límite que separaba
la cuarta provincia romana, la Cartaginense, con la sexta provincia, la Bética.
Posteriormente, durante la época visigoda, es bastante probable que sus tierras se
encontraran en la tierra de nadie que separaban los territorios con hegemonía y
control visigodos, con aquellos que aún se encontraban bajo la influencia bizantina
y de los patriarcas romanos que aún restaban. Y ya en la época musulmana, como
veremos más adelante, Huelma fue siempre una plaza de separación y contacto
entre las coras, las provincias, de ˆ

Yayyan (Jaén) e Ilbira (Granada). Y, obviamente,
cuando Huelma alcanzó su esencia como lugar fronterizo fue durante las guerras
entre Castilla y el reino nazarí de Granada, en los siglos XIII al XV, jugando un
papel fundamental en el final del siglo XIV y los inicios del siglo XV. Incluso hoy,
sigue siendo uno de los pueblos limítrofes entre las provincias de Jaén y Granada.

En cuanto al control del río Jandulilla y su valle, recordemos que es uno de los
ríos que bordean a Sierra Mágina por su parte oriental, junto con el Guadalijar, mientras
que por su parte occidental esta sierra está delimitada por el río Guadalbullón.
Su nacimiento se encuentran en los arroyos que tienen su origen en Huelma, engrosando
sus aguas en la parte alta, primero con el río Guadalijar y, más al norte con el

9

 Cf. A. Olmo, La presencia islámica en sierra Mágina y alta Coloma: aproximación a su estudio,
Jaén, 1997, pág. 55; J. Bosque y F. Villegas, Factores geográficos en el desarrollo de Andalucía, Madrid, 1971.


Estudios de Frontera. 9

río Polera, también nacido en Sierra Mágina dirigiendo su curso hacia el norte, directamente
al Guadalquivir, suavizando las montañas y el paisaje agreste, de tal forma
que, desde Montejícar, ya se puede ver una inmensa llanura que enlaza directamente
con las tierras granadinas de hegemonía musulmana en la Edad Media10. La conquista
de este valle era primordial para atacar Granada, tal y como sabía Fernando
III que, en el año 1225, atacó los castillos que aseguraban esta zona, llegando a
tomar Montejícar, Arbuniel y Pegalajar, pero fue incapaz de tomar Huelma, pieza
clave y la más importante al estar situada en una posición céntrica e idónea, entre
las sierras Mágina y Alta Coloma, a la vez que entre las fortalezas de Bélmez, Solera,
Cambil y Montejícar, guardando el paso que lleva a Granada desde el Jandulilla y
controlando el otro paso alternativo que, remontando el río Guadalbullón, bordea
la sierra de Alta Coloma y llega hasta Montejícar, desde donde hay acceso fácil a los
enclaves granadinos de Iznalloz, Píñar y la misma Vega de Granada11.

La entrada de los árabes en el año 711

Nadie podía sospechar, al comenzar el siglo VI, que en las lejanas y desérticas
tierra de Arabia iba a nacer una religión, una civilización, el Islam, que, en menos
de un siglo dominaría la mayor parte del mundo conocido, que se extendería
desde la China hasta la Península Ibérica, incluido todo el Norte de África y el
Mediterráneo y que esa nueva cultura iba a llegar a implantarse en las tierras giennenses
–y, por tanto, en Huelma– durante más de ocho siglos12.

Tras la batalla del río Guadalete, el 19 de julio del 711, en donde el ejército
del rey visigodo Don Rodrigo es derrotado, los árabes inician la conquista
de la Península Ibérica a partir, principalmente, de dos itinerarios: el seguido por

.

Tariq y el realizado por Musà. El del gobernador Musà pasa de largo por las tierras
giennenses, pues, partiendo de Algeciras, continúa por Medina Sidonia, Carmona,

10 Cf. P. Madoz, Diccionario geográfico-histórico de Andalucía. Jaén, Valladolid, 1988 (ed. facsímil),
pág. 94.

11 Cf. T. Quesada, La Serranía de Mágina en la Baja edad Media. Una tierra fronteriza con el Reino
Nazarí de Granada, Granada, 1989, pág. 73.

12 Véase J. Martos, “Andújar: cinco siglos de islamismo (VIII-XII)”, en M.A. Chamocho (cord.),
Historia de Andújar, Jaén, 2009, vol. I, págs. 48-82, F.J. Aguirre y Mª C. Jiménez, Introducción al Jaén islámico,
Jaén, 1979; V. Salvatierra, El Alto Guadalquivir en época islámica, Jaén, 2006, F. Vidal (coord.), Jaén
en época de los nazaríes, Alcalá la Real, 2010; J. Eslava, Moros, cristianos y castillos en el Alto Guadalquivir,
Jaén, 2012.


Huelma musulmana y fronteriza

Sevilla, Mérida y Toledo. El del general beréber .

Tariq es más interesante para la historia
de Jaén ya que, partiendo de Algeciras, marcha a Écija, Córdoba, Santiago de
Calatrava, posiblemente desde este enclave siguiera hacia Andújar, Martos y Jaén, a
fin de tomar la importante ciudad de Mentesa (la actual La Guardia de Jaén) y seguir
posteriormente hacia Toledo, Zaragoza, León y Astorga. De todas formas, hay
historiadores que se inclinan por una variante de este itinerario, en el que –aún en
tierras giennenses– desde Santiago de Calatrava se dirigiría hacia Porcuna, Arjona y
Villanueva de la Reina, con el objetivo de conquistar la ciudad clave de Cástulo (la
actual Calzona) y continuar, a través de Venta de los Arquillos y Montizón, hacia
Toledo, Zaragoza, León y Astorga y nueva vuelta a Toledo13.

Lo cierto es que Huelma queda muy alejada de estos primeros itinerarios de
conquista de los musulmanes y, dado que no hay noticias de enfrentamiento bélicos,
los más probable es que los señores visigodos de la zona, nobles fieles a Witiza
y, por tanto, traidores a la causa del rey Don Rodrigo, al que abandonaron a su
suerte en la batalla del Guadalete, aliándose a las fuerzas musulmanas, llegaran a
un pacto con los nuevos invasores, por el que se convertían en muladíes, cristianos
que se hacen musulmanes, a cambio de una serie de ventajas tributarias y respeto
de autonomía. Se sabe, por las crónicas árabes que Ardabasto, noble visigodo propietario
de una inmensa porción de tierra entre los ríos Guadalquivir, Guadajoz y
Guadalbullón –y que más tarde aumentaría a la muerte de su hermano Olmundo–
tuvo una gran relación con los nuevos dominadores árabes, concediéndole, entre
otras cosas, al jeque Maymun un castillo situado en territorio giennense y al jeque
al-.

Sumayl al-Kilabi diez aldeas, entre ellas una situada en la zona de Fuente de la
Peña, próxima a Jaén14.

De todas formas, la presencia real musulmana y el asentamiento de tribus
árabes en Jaén sólo son efectivos a partir del año 741. En el año anterior, estalló
una rebelión beréber en el Norte de África contra los árabes que las fuerzas
del gobernador de al-Andalus fueron capaces de reprimir. Entonces, el califa de
Damasco HiŠam envió un inmenso ejército formado por los aˆynad (singular ˆyund)
de Hims (actual Emesa), Damasco, Jordán, Palestina, Qinnasrin (ciudad situada
al S.O. de Alepo) y Egipto, a las órdenes del general Balˆy. Los aˆynad eran cuerpos
de ejército permanentes, instalados en diversos territorios o distritos, a los que se

13 Sobre estos itinerarios en tierras de Jaén, cf. F.J. Aguirre y M.C. Jiménez, op. cit., pág. 71 y ss.; J.
Martos, “Las fuerzas militares musulmanas que entraron en la Península en el 711”, en SEEA, Al-Andalus
y el mundo árabe (711-2011): visiones desde el arabismo, Almería, 2012, págs. 245-258.

14 Cf., F.J. Aguirre y M.C. Jiménez, op. cit., pág. 93.


Estudios de Frontera. 9

les pagaba con las rentas e impuestos de los mismos. Estaban formados por miembros
de muchas tribus árabes y numerosos clientes omeyas, individuos que habían
establecido lazos de dependencia y fidelidad con los califas omeyas. Este inmenso
ejército fue derrotado en el 741 por los bereberes y el general Balˆy tuvo que refugiarse
finalmente en al-Andalus. A fin de evitar problemas, el gobernador andalusí
los distribuyó por diversas regiones, viniendo a parar a Jaén el ˆyund de Qinnasrin,
formado por unos tres mil soldados15. Las tierras giennenses en las que se asentaron
no las tenían en propiedad y tampoco las explotaban, por lo que estaban exentos de
pagar el impuesto de los productos de la tierra. Los campesinos que originalmente
estaban afincados en la tierra, deberían entregar la tercera parte de las cosechas a
estos árabes en lugar de hacerlo al Estado, como se hacía antes de la llegada de estos.

Del tronco de los Qa.

htaníes o Yemeníes procedía la tribu de los Kalbíes, con
origen en la ciudad de imyar, una de cuyas familias, los Banu ˆ

Yuzayy se asentó en
Walma (Huelma), según nos dice Ibn al-Ja.

t¯ib16. Esta familia, en la época almorávide,
a principios del siglo XII, llegó a gobernar Jaén17 y sus descendientes, que
marcharon al reino nazarí de Granada, dieron lugar a una dinastía de escritores,
juristas e intelectuales, durante los siglos XIV y XV, entre los que destaca Abu-lQasim
ibn ˆ.

Yuzayy18

El esplendor de Huelma durante los Omeyas (siglos VIII-X)

El enclave musulmán de Huelma se fue conformando a lo largo del siglo IX,
para alcanzar su máximo esplendor durante el califato omeya, en el siglo X.

La división político-administrativa de al-Andalus19estaba basada en un número
determinado de coras o provincias (kura), con una serie de ciudades o medinas

15 Para los asentamientos de las diversas tribus árabes, véase E. Terés, “Linajes árabes en al-Andalus,
según la “ ˆHazm”, en Al-Andalus, XXII (1957), págs. 55-111 y 337-367.

Yamhara” de Ibn

.16 Yuzayy. Una familia de juristas

Véase el artículo de C. del Moral y F. N. Velázquez, “Los Banu ˆ
e intelectuales granadinos del siglo XIV”, en Miscelánea de Estudios Árabes y Hebraicos, XLV (1966), págs.
161-201.

17 Cf. Mª J. Viguera (coord.), Historia de España dirigida por Menéndez Pidal. Vol. VIII** . El
retroceso territorial de al-Andalus. Almorávides y almohades en el siglo XII, Madrid, 1997.

18

Sobre los diversos Banu ˆ

Yuzayy y sus obras, véase J. Lirola (ed.), Biblioteca de Autores Andalusíes,
I-VII, Almería (2006-2012)
19 Sobre este tema, véase H. Mu’nis, “La división político-administrativa de la España musulmana”,
en Revista del Instituto Egipcio de Estudios Islámicos, V (1957), págs. 79-135.


Huelma musulmana y fronteriza

(madinat, plural mudun), una de las cuales hacía la labor de capital; a su vez, esta
cora o provincia se dividía en partidos o distritos denominados aqalim (plural de
iqlim); estas circunscripciones territoriales estaban formadas por ciudades o medinas,
por pueblos o aldeas (qurà) o por castillos (.sun). Pues bien, Huelma, Walma,

hu.
era una aldea perteneciente a la cora de Elvira (Granada), situada en el límite con
la cora de Jaén, perteneciente al iqlim Barˆyilat al-Buniyul, formado por las aldeas y
castillos de Huelma, Arbuniel y Montejícar, que, geográficamente, es una comarca
natural bastante homogénea y con una serie de características que le proporcionan
cierta unidad.

Acerca del significado de este topónimo hay una serie de explicaciones; probablemente
Barˆyilat haya dado barchela, según Simonet20, de donde se deriva la palabra
“parcela”, entendida como porción de terreno o territorio, aunque otros historiadores,
como J. Martínez Ruiz estiman que su significado es “puerto o paso”21; del
término al-Buniyul deriva el nombre de Arbuniel, en la actualidad una pedanía de
Cambil. Es muy posible que, en aquella época Huelma tuviera un castillo o algún
tipo de fortificación, pues no falta autores árabes, como Ibn al-Ja.

t¯ib, que lo definen
con el término de .sn (castillo).

hu.

Siguiendo los modelos de ciudades musulmanas planteados por Torres Balbás
y Mazzoli-Guintard22, posiblemente la estructura de Huelma fuera la de una aldea
cuyo centro gravitaba en el solar de la actual plaza de la Iglesia, en las faldas de una
pequeña alcazaba o fortificación –hoy desaparecida, pues el actual castillo es de
posterior factura nazarí y cristiana–23, con dos barrios que se extendería uno a la
derecha y otro a la izquierda de esta amplia plaza. De esta estructura básica nacerían,
ya en el siglo de esplendor cristiano de la villa, en el siglo XVI, a la izquierda
el llamado primer arrabal que continuaría hacia abajo, dando lugar al arrabal del
Mesón o del Llano de la Carrera, mientras que a la derecha nacería el segundo arrabal
que, asimismo continuaría hacia abajo con el denominado arrabal de la Dehesa

o del Llano de San Marcos24.
20 F.J. Simonet, Glosario de voces ibéricas y latinas usadas entre los mozárabes precdido de un estudio
sobre el dialecto hispano-mozárabe, Madrid, 1888; reimpresión Amsterdam, 1967, págs. 34-35.

21 J. Martínez Ruiz, “Contribución al estudio de la toponimia menor mozárabe granadina”, en
Revista de Filología Española, LXV (1985), pág. 3.

22 L. Torres Balbás, Ciudades hispanomusulmanas, Madrid, 1957; Ch. Mazzoli-Guintard, Ciudades
de al-Andalus, Granada, 2000.

23 Cf. J. Eslava Galán, Moros, cristianos y castillos en el Alto Guadalquivir, Jaén, 2012, págs. 343 y ss.

24 R. López Guzmán, Huelma…, pág. 36.


Estudios de Frontera. 9

En el espacio urbano de la Huelma árabe había que distinguir entre espacio
público del espacio privado; el espacio privado estaba compuesto por un entramado
de callejuelas, bastante estrechas y muy próximas las casas de enfrente, a
fin de evitar el calor, con pocas ventanas al exterior, pues la vida se hacía dentro;
normalmente las casas ordenaban sus habitaciones, alrededor de un pequeño patio,
en donde se encontraba el pozo, o bien las tinajas con agua, y el horno, si había,
y en donde se trajinaba; a este patio tenía salida directa la cocina, de reducciones
pequeñas, la letrina y los dormitorios que, en realidad eran pequeños habitáculos
en donde se extendía por la noche las esteras para dormir; a ello habría que añadir
la terraza, normal en una zona en donde apenas llovía, pudiendo comunicarse las
casas a través de las mismas. Las puertas permanecían cerradas, pues había que dar
tiempo a las mujeres para cubrirse si alguien llamaba. El núcleo familiar era grande,
ya que lo componía, no sólo el hombre con sus mujeres –nunca más de cuatro,
aunque no sabemos si la poligamia caló mucho o no en al-Andalus–, sus hijos, los
abuelos y las mujeres de la familia que no habían podido casarse. La circuncisión de
los hijos, la boda y el fallecimiento eran los grandes acontecimientos de una familia
musulmana. Las calles se cerraban por la noche con un portón.

El espacio urbano público estaba formado, normalmente, por la mezquita, el
baño o .

hammam, el zoco, el cementerio y el alcázar. Normalmente, en una ciudad
había más de una mezquita, pues muchos barrios tenían la suya propia, aunque
siempre había una, llamada mezquita mayor (masˆyid al-ˆyami‘a), en donde se celebraba
la oración de la mañana del viernes y en donde el imán dirigía la misma; el
mi.

hrab, el lugar donde se ponía el imán, debía estar orientado hacia La Meca y hacia
allí se dirigían todos los musulmanes presentes; normalmente, a la entrada de la
mezquita, había una fuente o un patio con un estanque de agua, en donde los musulmanes
hacían las abluciones y se lavaban cara, pies y manos antes de entrar; ya
dentro, había espacios separados para las mujeres y para los hombres. La mezquita
no sólo era un lugar de culto religioso, pues allí era donde el juez, el cadí, impartía
justicia y donde los ulemas, los profesores, daban clase a sus alumnos, siendo también
lugar de reunión común a todos los habitantes de la ciudad. Probablemente,
la mezquita mayor de Huelma estaría ubicada en la actual iglesia de la Inmaculada
Concepción, en el primer núcleo urbano del pueblo.

Además de la mezquita, estaba el baño público; no todas las ciudades podían
permitirse el lujo de tener un .

hammam, con baños de agua fría y caliente; Huelma
es una de las pocas localidades en que no había problema de agua. Estos baños eran
la delicia de las mujeres, pues acabaron convirtiéndose en el lugar de relaciones
favorito para las mismas; había, obviamente, lugares separados para hombres y mu



Huelma musulmana y fronteriza

jeres, con salas de agua fría y caliente, que calentaban con hogares de leña situados
bajo el suelo.

El zoco o mercado es posible que estuviera situado al lado de la mezquita
mayor, como en otras muchas ciudades hispanomusulmanas; era un conjunto de
callejuelas, en donde se instalaban minúsculas tiendas y puestos ambulantes, estando
cada calle dedicada a un oficio o a un tipo de venta de mercadería; el orden
público y el control de las pesas y medidas y de los posibles fraudes de los comerciantes,
estaba a cargo del señor del zoco, una de las instituciones públicas con más
influencia en la ciudad.

El cementerio, habitualmente, estaba situado en las afueras del entorno amurallado
y allí se enterraban a los muertos, con la cabeza en dirección a La Meca,
envueltos en un sudario y en contacto directo con la tierra; con el tiempo, los
cementerios también se convirtieron en un lugar público de contacto entre las
personas de la ciudad.

Por último, el lugar urbano público de carácter militar era la alcazaba, considerado
tradicionalmente como un recinto fortificado de dimensiones medias, última
defensa de la ciudad ubicada en la parte más alta del espacio urbano, que acoge
la residencia del gobernador de la ciudad y del territorio circundante y en donde se
ubicaban las tropas o el personal armado que había en la misma.

En cuanto a la población de la Huelma islámica, al igual que en el resto de
las ciudades y poblaciones de al-Andalus, cinco eran los grupos étnicos y sociales
presentes durante estos siglos: los árabes, los bereberes, los judíos, los muladíes y
los mozárabes. Las buenas relaciones y la armonía entre los diversos grupos fue, en
general, la pauta general, aunque no faltaron etapas de recelo y enfrentamientos
entre ellos, ya que las leyes musulmanas y el Derecho islámico malikí, que eran
los imperantes y los que ordenaban la convivencia civil entre ellos, permitía a los
judíos y a los mozárabes (cristianos que no habían querido hacerse musulmanes)
mantener sus leyes de familia y tradiciones y ritos religiosos.

Respecto al número de habitantes de Huelma en esta etapa histórica de los
Omeyas, es sumamente complicado poder llegar a dar una cifra. Se sabe que la
provincia, la cora de Córdoba –la más importante– tendría aproximadamente
unos 110.000 habitantes para unos 7.500 km², lo que daría una media de unos
14-15 habitantes por km². Es muy posible que para la zona de la Campiña del
Guadalquivir, la media fuera de 10-12 habitantes por km². En cuanto a los pobladores
de la localidad de Huelma, sabemos que la ciudad de Jaén, que era la más importante
y la más poblada de todas las que formaban la provincia o cora de ˆ

Yayyan


Estudios de Frontera. 9

(Jaén), en estos años de finales del emirato y principios del califato podría sumar
unos 2.000 habitantes; así pues, aunque hay muchos factores que pueden matizar
estas cifras, creemos que Huelma comenzaría con unos 40-50 habitantes en el siglo
IX por y que en sus mejores momentos, durante el califato, en el siglo X, podría
haber llegado a los 80-100 habitantes.

La riqueza de la Huelma musulmana provenía, como ya hemos indicado, por
el comercio proveniente de su ubicación en el cruce de caminos que unían Jaén y
Córdoba con Granada y Almería, por su abundancia de agua, por su producción
olivarera y por la labor de algunos artesanos.

Políticamente, los siglos IX y X estuvieron marcados en la zona por las sublevaciones
de los muladíes, es decir, de los neomusulmanes, los cristianos convertidos
al Islam, que formaron, probablemente, el grupo socio-étnico más numeroso. Ya
hemos dicho que en esta zona giennense del Guadalquivir, una parte importante
de las tierras era propiedad de los herederos y de la familia del rey visigodo Witiza,
en particular de su hermano Ardabasto que, como sabemos, se opusieron al rey
Rodrigo y ayudaron a los árabes en la conquista de la Península, siendo sus aliados
en esta campaña, con lo que consiguieron mantener sus propiedades e incluso
ampliarlas, convirtiéndose en contraprestación al Islam, haciéndose muladíes; otra
gran parte de las tierras de Jaén tenían la calificación de Feudos Reales, es decir,
tierras propiedad del rey y del Estado visigótico, que fueron a parar a los árabes y
bereberes que se instalaron en esta zona.

Convertidos, al menos en apariencia, a la nueva religión islámica, estos conversos
se adaptaron de tal forma a su nueva condición que, con el tiempo, no hubo
diferencia entre los musulmanes venidos de fuera de la Península y estos musulmanes
de origen andalusí. Sus descendientes formaron un elemento de población acomodado,
con una buena posición económica que le venía del comercio y de la agricultura.
Aunque abjuraron de su fe cristiana y siguieron las formas de hacer de los
musulmanes llegados a nuestras tierras, lo cierto es que, al menos en un principio,
nunca perdieron su idiosincrasia hispana ni sus raíces culturales ancestrales que, de
algún modo, adaptaron al Islam. Lo más probable es que los matrimonios mixtos
entre varones musulmanes y mujeres cristianas fueran bastante frecuentes (a lo que
ayudaba la práctica legal de la poligamia), debiendo ser los hijos de estas uniones
educados y formados en la religión islámica y considerados asimismo muladíes. Por
otra parte, un nutrido grupo de antiguos señores visigodos, y ahora señores muladíes,
procuraron matrimonios entre sus hijos con musulmanes pertenecientes a la
aristocracia árabe que se instaló en las tierras de Jaén, a fin de ganar prestigio social


Huelma musulmana y fronteriza

y mejores posiciones políticas, lo que facilitó, aún más si cabe, la absorción de éstos
por la cultura arabomusulmana.

Con la llegada al poder de los Omeyas, y ya desde los primeros tiempos de
‘Abd al-Ra.

hman I, se inició una política de centralización, arabización e islamización
de todo al-Andalus. Los nuevos emires cordobeses decidieron acabar con la
situación que se encontraron de señores de origen árabe con excesiva autonomías
e independencia y señores muladíes, antiguos señores hispanogodos convertidos al
Islam, que gozaban asimismo de una amplia independencia y que vivían un islamismo
demasiado primario y relajado. Así pues, ‘Abd al-Ra.

hman I y sus sucesores
deciden fortalecer y consolidar el poder central cordobés, recortando autonomía a
estos señores y creando una incipiente Administración, basado en las estructuras
políticas que traían de Damasco, promocionando, a su vez, una nueva aristocracia,
mucho más árabe e islámica, fiel a los Omeyas y a la nueva política de Estado.

Esta nueva política fue seguida, como hemos dicho, por su hijo, HiŠam I, y,
especialmente, por su nieto al-.

Hakam I que, a la vez que introduce nuevas modificaciones
en la administración estatal para consolidar el centralismo, emprende
una política de islamización, apoyando la implantación en todo al-Andalus de la
doctrina jurídica malikí, basada en lo dicho y escrito por el sabio de Medina Malik
ibn Anas, la cual será, desde estos momentos, la seguida por la Administración de
Justicia y por los jueces, a la vez que se utilizará para la interpretación del Corán y
fuente de asesoramiento para cualquier clase de dudas que apareciese en la implantación
del Islam, apoyando la creación en Córdoba y en otras ciudades de importantes
de centros de enseñanza musulmanes y animando a los sabios andalusíes a
que viajaran al Oriente para aprender, al tiempo que traía a ulemas e intelectuales
sirios e iraquíes a la España musulmana, a fin de que nos enseñaran el modo de
vivir islámico.

Lo cierto es que la economía sufrió un despegue con el apoyo a una actividad
agrícola más racional –se aprovechó para realizar un reajuste en el reparto de tierras
hecho por los primeros gobernadores anteriores a los Omeyas– y a una actividad
artesanal y comercial más activa, todo ello alrededor del eje de un sistema fiscal
que gravaba todas estas actividades y que reportaba al poder central cordobés una
fuente de ingresos que le permitía mantener un gran ejército y hacer grandes construcciones.


Pero, por otra parte, esta política provocará una serie de revueltas, enfrentamientos
y reacciones violentas, tanto en las zonas rurales como en las ciudades,
que serán combatidas y aplastadas por las tropas del emir omeya. Aunque hubo


Estudios de Frontera. 9

rebeliones en todos los grupos de población de la época (árabes, bereberes, etc.),
quizás las rebeliones de mayor importancia contra la nueva política cordobesa fueron
las de los muladíes. Tal y como afirma en profesor V. Salvatierra, los pactos a
los que llegaron numerosos antiguos señores visigodos, convertidos ahora al Islam
durante los primeros años de la presencia árabe en nuestras tierras –los muladíes–,
les permitieron conservar el control de la población, que continuó pagando renta a
estos señores, en ocasiones abusiva, y gozar de una gran libertad de movimiento y
de administración de sus tierras. Aunque muchos linajes visigodos desaparecieron
absorbidos por los árabes, a través de matrimonios mixtos y uniones de interés para
ambos, lo cierto es que otros núcleos de señores visigodos subsistieron, conservando
cierta pureza de sangre y muchas de las antiguas costumbres. Serán estos grupos
los que se subleven cuando ven amenazados sus privilegios por la nueva política de
centralización e islamización, impulsada por los nuevos emires omeyas y concretada
en una política fiscal, apoyada en la implantación de los principios de la escuela
jurídica malikí, que dejará poco espacio para la continuación de las relaciones de
dependencia a la población campesina que practicaban y en la que se basaba la
extracción de rentas de estos señores muladíes, a lo que hay que añadir la nueva
política omeya de apoyo urbanístico a las ciudades, en detrimento del campo, pues
atraía a la población campesina a emigrar a las ciudades, en donde encontraban una
mejor calidad de vida, siendo los más afectados, como es lógico, estos grande propietarios
muladíes que, hasta ese momento, habían contado con abundante mano
de obra y se había adueñado de los excedentes generados por la misma.

Estos señores muladíes inician en todo al-Andalus una guerra contra los
Omeyas, encastillándose en cerros y en sitios de difícil acceso, reforzando su capacidad
defensiva contra las tropas y los recaudadores del emir e intentando atraer para
su causa a las masas campesinas; asimismo, desde un primer momento contaron
con el apoyo de los cristianos, de la iglesia mozárabe, es decir, de aquellos antiguos
pobladores visigodos que prefirieron continuar con su fe cristiana a convertirse al
Islam, actitud que fue respetada desde un principio por los árabes.

El señor muladí más importante de los sublevados fue, sin duda, ‘Umar
ibn Haf .

sun, que mantuvo un foco de resistencia en las tierras malagueñas, siendo
su capital la desaparecida Bobastro. En cuanto al territorio de Jaén, aunque la zona
de Andújar y la más próxima a Córdoba se mantuvo, por lo general, fiel a los emires
cordobeses, sí se detectaron casos de rebelión, aunque no de demasiada importancia,
tratándose en la mayoría de los casos de acciones de guerra aisladas, tal y como
nos dicen los profesores F.J. Aguirre y Mª C. Jiménez, aunque sí fue Huelma y las
tierras que la rodean, en estos tiempos de revueltas, testigos del tránsito de nume


.


Huelma musulmana y fronteriza

rosas expediciones de uno y otro signo y de numerosas batallas, por ser territorio
de paso obligado en las rutas Córdoba-Guadix y Jaén-Granada y por operar en este
territorio varios caudillos muladíes, de los que destacamos a los siguientes:

-Ibn Saliya, que ejerció su autoridad en los montes de Sierra Mágina, lo


.

grando consolidar una pequeña corte y casando a una hija suya con un hijo

del famoso líder muladí ‘Umar ibn .sun; fue derrotado por el califa ‘Abd

Haf .
al-Ra.


hman III, al que acabó sirviendo trasladándose a Córdoba.

-Jayr ibn Šakir, que comenzó la revuelta en la zona de Jódar, extendiéndola por
todas las tierras de alrededor; amigo y aliado de ‘Umar ibn .sun, resistió a

Haf .
las tropas del emir omeya Mu.

hammad I, hasta que unas diferencia con ‘Umar
ibn .sun provocaron que éste ordenara matarlo.

Haf .

-El muladí Sa‘id ibn Hudayl operó probablemente en las tierras situadas al
oeste de Sierra Mágina y Alta Coloma, hacia el sur de Martos, hasta que fue
derrotado por el ejército de ‘Abd al-Ra.

hman III.

-Nabil, señor muladí que, hacia el año 888 operaba por la zona de los
Baraˆyilat, enfrentándose a las tropas del emir Mu.hyà

hammad I. El árabe Ya.
ibn Saqala, aliado del emir omeya, tomó la ciudad de Montejícar, que estaba
en poder de los bereberes, haciéndose fuerte en esta plaza. Nabil atacó
este enclave e hizo una gran matanza entre sus habitantes, huyendo Ya.

hyà
hacia Elvira. Un aliado de Ya.

hyà, llamado Sawwar, reorganizó a las fuerzas
árabes y se dirigieron al castillo de Montejícar, logrando derrumbar sus
defensas y acabar con sus enemigos muladíes, que imploraron piedad al
soberano omeya; Sawwar era tan odiado por los muladíes que, finalmente,
fue muerto por éstos en una emboscada y su cuerpo llevado a Elvira, del
que comieron las mujeres de sus enemigos25.

-Ibn Hurayz b. Habil, que se hizo fuerte en el castillo de Bagtawira, lo


.

calizado en la zona este de Sierra Mágina,26 fue derrotado por el general

Abu-l-‘Abbas A.hammad, tras haber pacificado la zona del

hmad ibn Mu.
río Guadalbullón, continuando hasta Tíscar y llegar, a pesar de las fuertes
lluvias, a Montejícar y Arbuniel.

25 Ibn Hayyan, Muqtabis, ed. M. Antuña, Madrid, 1952, pág. 153.

26 F.J. Aguirre y M.C. Jiménez, en Introducción…, págs. 147, lo identifican con Cabra del Santo
Cristo.


Estudios de Frontera. 9

De todas formas, los historiadores andalusíes, como Ibn ‘Idari, recogen otros
nombres de señores muladíes giennenses que se enfrentaron al ejército omeya, entre
ellos a Ibn Janyar, sublevado en el sur de Jaén, en la zona de Cárchel y Carchelejo,
a los Banu Habil, alzados en las tierras de Jimena, Bedmar y Albanchez de Mágina,
e Ibn Mastana, sublevado en Alcaudete y Castillo de Locubín. En fin, la rebelión
muladí en la zona no fue sofocada totalmente hasta los tiempos del califa ‘Abd al-
Ra.

hman III, hacia el año 925, cuando lanzó una ofensiva general en las tierras de
Jaén y Elvira.

La decadencia de los siglos XI y XII

El califa HiŠam II fue nombrado en el año 976, eligiendo como visir a un
hombre de gran personalidad y ambición, Almanzor, que dirigió en la práctica la
política del califato hasta su muerte en el año 1002. A su muerte comenzó una
lucha interna entre los Omeyas por el trono, que acabó, en el año 1009, con la
deposición del califa HiŠam II y la proclamación del nuevo califa al-Mahdi. Desde
este momento, y hasta el año 1031, estalla en al-Andalus una auténtica guerra civil
que hace que se sucedan hasta casi diez califas en este corto periodo de tiempo.

Esta situación de guerra civil, que empobreció y debilitó para siempre a al-
Andalus, acabó con una decisión drástica: la decisión de los próceres cordobeses, de
los ulemas y de los grandes hombres de Córdoba, en abolir legalmente el Califato
andalusí, lo que tuvo como consecuencia la desmembración de la España musulmana
en casi una veintena de pequeños reinos independientes, llamados taifas,
de hegemonía árabe, beréber o eslava, según el grupo étnico predominante, que
rápidamente comenzaron a luchar entre sí y a ser conquistadas las más débiles por
las más fuertes27. Obviamente, la situación fue rápidamente aprovechada por los
reinos cristianos del Norte de España, en especial por Castilla, que pasaron de pagar
tributos a los califas de Córdoba, a presionar y cobrarles estos tributos a los pequeños
reinos de taifas, a los que en muchas ocasiones ayudaban a unos contra otros.

No logró Jaén ser una taifa independiente, sino que su territorio se distribuyó
entre los vecinos reinos de taifas de Toledo, Sevilla, Granada y Almería. En el
momento de la desaparición del Califato, la mayor parte de Jaén, prácticamente
todo el este, norte y centro, estaba en manos de los Banu Sumadi.

h de Almería, de

27 Sobre las taifas y su evolución, véase J. Martos, J.A. Souto, A. I. Carrasco, Al-Andalus, Madrid,
2009.


Huelma musulmana y fronteriza

ascendencia eslava; el noroeste de Jaén formaba parte de la taifa de Toledo, de linaje
árabe, en donde gobernaban los Du-l-Nuníes; y el suroeste era controlado por los

-

Ziríes de la taifa beréber de Granada Veinticinco años más tarde, hacia 1074-1075,
la situación ha cambiado y los Du-l-Nuníes de Toledo se han apoderado de la

-

mitad norte de Jaén, arrinconando a la taifa de Almería en el este, continuando el
suroeste en manos de la taifa de Granada. En fin, diez años más tarde, en el año
1085, fecha importante porque la importante taifa de Toledo es conquistada por el
rey castellano Alfonso VI, la mayor parte del territorio giennense pasa a manos de
la taifa de Sevilla, gobernada por los ‘Abbadíes, de origen árabe, quedando sólo el
sur en poder de los Ziríes de Granada.

Por tanto, desde un primer momento Huelma queda en manos de los Ziríes
de la taifa de Granada28, musulmanes de origen beréber, época que marca el inicio
de un deterioro de la localidad huelmense y de toda la zona, que no vuelve a tener
un protagonismo histórico hasta ya avanzado el siglo XIII, en que recupera su perfil
de enclave fronterizo con el reino nazarí de Granada.

El nacimiento de la taifa zirí de Granada tiene su origen en el reparto que el
líder beréber al-Musta‘in hizo entre las diversas tribus, en el año 1013, quedándose
él con Córdoba, dándole Granada a la tribu Sanhaˆya –a la que pertenecían los
ziríes– y asignando Jaén a los Banu Birzal y a los Banu Ifran. Así pues, la historia
de la taifa zirí granadina comprende la historia en el siglo XI de Huelma y los territorios
circundantes, ya que la frontera norte de este pequeño reino se situó siempre
sobrepasando Sierra Mágina. En 1090, los almorávides se apoderan de la misma,
poniendo fin a su existencia.

El cambio político y militar habido en el territorio hispanomusulmán en el
siglo XII fue debido, en parte, a la política que el rey castellano Alfonso VI había
venido observando, desde la desintegración del califato omeya en 1031, con los
diversos reinos de taifas aparecidos a partir de esta fecha, política basada en la
presión sobre estos reyes musulmanes para obligarlos al pago de parias y tributos,
haciéndolos, de hecho, vasallos suyos. Conseguía con esta política la debilitación
progresiva de los reinos de taifas, a la vez que evitaba exponer a sus soldados y emplear
su dinero en costosas campañas para hacerles la guerra.

Los andalusíes, por su parte, no tardaron mucho tiempo en darse cuenta de la
inseguridad en que se encontraban y de las pocas garantías que suponía el permanecer
como tributarios del rey cristiano, pues se reconocían incapaces para hacer

28 Acerca de esta taifa zirí, cf. H.R. Idris, “Les Zirides d’Espagne”, en Al-Andalus, XXIX (1964).


Estudios de Frontera. 9

frente a las presiones de Alfonso, que buscaba la manera más cómoda de hacerse
con los dominios de los gobernantes andalusíes con el menor riesgo posible. Fue
la conquista de Toledo, en 1085, por este rey y sus exigencias cada vez mayores, lo
que llevó al límite de la desesperación a los reinos de taifas, que acabaron por pedir
auxilio al pujante movimiento almorávide surgido al otro lado del Estrecho, cuyo
emir, Yusuf b. TaŠfin, tras hacerse rogar algún tiempo, decidió pasar con su ejército
a al-Andalus en el año 108629.

Cortado momentáneamente el avance de los reinos cristianos hacia el sur de
la Península, tras la decisiva batalla de Zalaca, en el año 1086, los almorávides van
recuperando territorio andalusí, entre los años 1086 y 1111, hasta llevar las fronteras
a las líneas de los ríos Tajo, por el Sur, y Ebro, por el Norte.

Durante la época almorávide, es decir, durante los últimos años del siglo XI y
la primera mitad del XII, la zona del Alto Guadalquivir dependía del gobernador
de Granada, estando representada la autoridad por la figura de un qa’id 30 , y, poco
a poco, se convirtió en una zona militar de primordial importancia, en donde se
produjeron numerosas ofensivas y contraofensivas, tanto cristianas como musulmanas31,
partiendo de estas tierras expediciones guerreras contra los cristianos y
padeciendo continuamente la amenaza de las correrías de los concejos castellanos32.

En el año 1127, tiene lugar un hecho histórico en el entorno del pueblo de
Huelma; nos referimos a la expedición que el rey aragonés Alfonso I el Batallador
lanza contra los almorávides, llegando hasta las costas mediterráneas. Alfonso I sale
de Zaragoza en 1126 y durante quince meses lanza una ofensiva contra los musulmanes,
que son incapaces de frenarla; desde Zaragoza llega a la región de Valencia y
Murcia, dirigiéndose desde allí a Guadix, Graena y Diezma. A través del río Fardes,

29 El estudio más completo sobre la presencia almorávide y almohade en España es el de Mª J.
Viguera (coord.), “Historia de España”, dirigida por Menéndez Pidal, vol. VIII**, “El retroceso territorial
de al-Andalus. Almorávides y almohades en el siglo XII”, Madrid, 1997.

30 Según A. Huici Miranda, en su artículo “Contribución al estudio de la dinastía almorávide.
El gobierno de TaŠfin ben ‘Ali Yusuf en el Andalus”, en Études d’orientalisme dédiées à la mémoire de Lévi-
Provençal, París, 1962, II, pág. 619, los almorávides daban nombre de emir a todos los parientes de la
familia gobernante y el de caid a los personajes lamtuníes a quienes se confiaban altos cargos.

31 Una visión de conjunto del Alto Guadalquivir en la España musulmana, puede verse en V.
Salvatierra Cuenca, El Alto Guadalquivir en época islámica, Jaén, 2006.

32 Cf. J. Martos, “El Alto Guadalquivir, baluarte fronterizo de los musulmanes en el siglo XII”, en

J. Martos y M. Bueno (eds.), Fronteras en discusión. La península Ibérica en el siglo XII, Madrid, 2012, págs.
39-52.

Huelma musulmana y fronteriza

se aproxima a Granada y continúa por Maracena, Pinos y Alcalá la Real hasta la
campiña de Córdoba, para proseguir hacia el valle de Lecrín y el Guadalfeo hasta la
costa de Motril. Y aunque el hecho es de una singularidad espectacular, al monarca
aragonés no le queda más remedio que regresar: vuelve a Granada y, desde aquí, se
dirige a la zona de las Baraˆyilat –la circunscripción formada por Huelma, Arbuniel
y Montejícar–, continuando por Alicún hasta llegar a Guadix y volver a Zaragoza
por un itinerario similar al de su venida. Sabemos que, en este periplo, fue ayudado
por los mozárabes de la zona, por lo que deducimos que en Huelma, este núcleo de
población cristiana en tierras musulmanas debería ser bastante numeroso33.

Como se puede apreciar, el territorio giennense llega a tener con los almorávides
un alto valor militar y estratégico para lanzar ofensivas contra los cristianos,
valor que aumentará en la época almohade, a la vez que se hace cada vez más clara
la idea entre los cristianos de la importancia de tomar Jaén y sus tierras, si quieren
entrar y conquistar Andalucía.

Como ya es sabido, a partir de la segunda mitad del siglo XII comienza la
decadencia del imperio almorávide34, en parte debido a la presión almohade en el
Norte de África y, en parte, al odio que acabaron por generar en la población andalusí,
que veía como, progresivamente, los que en un principio eran respetados por
su honestidad y puntual cumplimiento de las leyes, pronto asimilaron los vicios y
los aspectos negativos de la vida islámica que decían atacar, acabando por imponer
una situación de arbitrariedad que tuvo como consecuencia el amotinamiento e
independencia de nuevos reinos de taifas35.

En la zona del Alto Guadalquivir, sabemos que el cadí Ibn ˆ

Yuzayy, cuya familia
era originaria de Huelma, se declaró independiente en Jaén, mientras que los Banu
Sa‘id lo hicieron en Alcalá la Real. Pero el movimiento independentista antialmorávide
más importante en la zona fue el de Ibrahim b. HamuŠk, perteneciente,
como hemos dicho anteriormente a una familia que apoyó en su día a los almorávides,
que se levantó en armas en Socovos de Yeste, apoderándose de la localidad de
Segura de la Sierra en el año 1147 y que, con el fin de consolidar su territorio, se
alió casando a su hija con Mu.

hammad b. Sa‘id MardaniŠ, dirigente local con fama
de hombre duro y luchador –los cristianos lo llamaban el Rey Lobo–, que había

33 Cf. A. Olmo, La presencia…, págs. 94-95.
34 Cf. J. Bosch Vilà, Los Almorávides, Tetuán, 1956; reimpresión, Granada, 1992.
35 Sobre esta etapa denominada de segundas taifas o de taifas postalmorávides, véase Mª J. Vigue


ra, op. cit., capítulo II, págs. 65-72.


Estudios de Frontera. 9

creado una taifa independiente en toda la zona del Levante, con capital en Murcia.
Por su parte, los cristianos, aprovechando la debilidad almorávide, se apoderan de
las importantes ciudades de Úbeda y Baeza.

Así pues, la política de los almohades, que entran en al-Andalus en el año
1146, viene condicionada por la guerra contra los reinos cristianos del Norte y por
la necesidad de someter a los rebeldes andalusíes, política que no alcanza su pleno
éxito de hegemonía en todo el al-Andalus peninsular hasta veinticinco años después,
hasta principios de los años setenta.

En la primera fase de ofensiva cristiana (1147-1157), el emperador castellano-
leonés Alfonso VII trata de adelantarse a la implacable maquinaria militar de los
almohades –que intenta ocupar todo el antiguo territorio almorávide– y lanza una
gran ofensiva para llevar a cabo una estrategia basada en la división de al-Andalus y
hacer, de esta manera, más fácil la tarea de la conquista.

No obstante su fuerza combativa, Alfonso VII no logró finalmente poner
los medios para frenar a los almohades. En lo que respecta a la zona del Alto
Guadalquivir, sabía que su conquista de Almería del año 1147, no podría mantenerse
por mucho tiempo, si no era capaz de asegurar una vía de fácil acceso que, en
caso de necesidad, pudiera utilizar para acceder a esta ciudad. Por ello, era condición
fundamental poseer el dominio de las tierras de Jaén, para lo cual se apoderó
ese mismo año de ciudades clave a las puertas de Sierra Morena y de acceso cercano
al Guadalquivir, como Baeza y Úbeda, así como de Calatrava, que permitía rebasar
el Guadiana y llegar hasta el Guadalquivir. Esta operación es completada al año
siguiente, en 1148, en que Alfonso VII ocupa Baños de la Encina y Andújar, en al
Alto Guadalquivir.

En respuesta a esta ofensiva cristiana, los almohades tomaron, en el año 1148,
las importantes ciudades de Sevilla, Córdoba y Carmona, en una carrera contrarreloj,
como afirma el profesor Salvatierra36, contra Alfonso VII en su estrategia
de asegurarse el dominio de los territorios del Alto Guadalquivir, antes de que los
almohades hubieran completado su despliegue por todo al-Andalus.

Así pues, en el año 1156, toman Granada, último reducto almorávide; en el
1157 lanzan una ofensiva militar por mar y tierra contra Almería que acaba con el
dominio cristiano, al tiempo que se apoderan de Baeza y Úbeda, lo que obliga a
Alfonso VII a abandonar la zona del Alto Guadalquivir, muriendo ese mismo año al

36 V. Salvatierra, op. cit., pág. 162.


Huelma musulmana y fronteriza

regreso de su infructuosa expedición de auxilio de Almería. Todo el esfuerzo de este
rey había sido en vano y su incipiente base de operaciones en el Alto Guadalquivir
había desaparecido para pasar a manos de los almohades, que tomarán el relevo militar
en la zona y la utilizarán como baluarte ofensivo contra cristianos y reyezuelos
andalusíes aún independientes.

En fin, ya próximos a la decisiva batalla de las Navas de Tolosa, en el año
1212, los almohades refuerzan sus defensas en el Alto Guadalquivir, a la vez que los
cristianos redoblan sus ataques sobre ese territorio giennense, acosando Andújar,
Baeza y Jaén en un intento de estorbar la organización de la potente máquina
militar almohade. El encuentro entre la coalición cristiana comandada por el rey
Alfonso VIII y el ejército almohade, dirigido por el mismo califa, tuvo lugar en el
pasaje de Navas de Tolosa el 16 de julio de 121237, con el resultado de una victoria
cristiana que fue decisiva en la decadencia de la presencia musulmana en España
que, desde entonces, quedó prácticamente limitada al reino nazarí de Granada.

Huelma, eslabón de la defensa militar de Granada (Siglos XIII-XV)

Tras la gran victoria castellana de las Navas de Tolosa, y tocado de muerte el
imperio almohade, al-Andalus vuelve a dividirse en una serie de taifas que, inevitablemente
van cayendo en manos de los conquistadores cristianos: Levante en manos
de Jaime I y Andalucía en manos de Fernando III, quedando, finalmente sólo
un territorio musulmán que daría lugar al reino nazarí de Granada, precisamente
liderado por una familia originaria de Arjona, los Banu Naîr y cuyas fronteras
quedaron más o menos perfiladas en el Pacto de Jaén de 1246 entre castellanos y
granadinos38.

En cuanto al entorno de Huelma, pronto se dio cuenta Fernando III que, para
poder intentar tomar Granada y sus tierras, antes tenía que tomar y consolidar las
tierras y pueblos del valle del Jandulilla. Por ello, en el año 1225 lanza una ofensiva
que asola los enclaves de Montejícar, Cazalla, Arbuniel y Pegalajar, a su regreso de

37 Sobre la batalla de Navas de Tolosa hay una gran cantidad de bibliografía; como referente,
puede verse M. G. López Payer y M.D. Rosado Llamas, Las Navas de Tolosa: la batalla, Madrid, 2002;

J.E. Ruiz Doménec, “El significado histórico de la batalla de navas de Tolosa y sus consecuencias”, en M.
A..Ladero Quesada, La España de los Cinco Reinos, vol. IV de la Historia General de España y América,
Madrid, 1984, págs. 585-613.
38 Sobe el nacimiento del reino de Granada, véase F. Vidal (ed. y coord.), op. cit., págs. 105 y ss.


Estudios de Frontera. 9

una expedición por tierras de Loja y Alhama, pero no logra tomar Huelma con lo
que el objetivo de la operación no se alcanza39.

Más tarde, vuelve a intentar una nueva expedición contra Granada en el año
1244, que lo lleva a apoderarse de Pegalajar, Begíjar, Cárchel, Carchelejo y La
Guardia40. Se sabe que este mismo rey, un año antes hace otorgamiento al concejo
de Baeza de los enclaves de Huelma y de su vecino Bélmez cuando fueren conquistados,
por lo que se deduce que estaban en esta época en manos musulmanas.

De todas formas, en algún momento entre los años 1245 y 1275 tuvo que
ser conquistada provisionalmente por los cristianos pues una fuente árabe Ibn
Abi Zar’41 nos informa que Huelma fue recuperada para los musulmanes por los
Benimerines, estirpe norteafricana que ayudó a los granadinos en la dura expedición
de castigo por el valle del Guadalquivir que organizó el sultán Abu Yusuf. En
fin, tras esta conquista musulmana, Huelma se convierte en una pieza clave de la
defensa fronteriza de los nazaríes de Granada, hasta su toma definitiva en el año
1348.

La ofensiva y las hostilidades cristianas hacia el reino de Granada a partir de la
segunda mitad del siglo XIII y durante los siglos XIV y XV, hasta su toma final en
1492, obligaron a los nazaríes a establecer una serie de líneas defensivas, formadas
por castillos, atalayas y fortalezas, a lo largo de la frontera, a fin de defender su territorio.
En lo que respecta a la frontera con Jaén, según recoge el profesor Francisco
Vidal42, se crearon dos conjuntos defensivos diferentes y complementarios, pues era
esta zona fronteriza, por su proximidad a la ciudad de Granada, la más peligrosa:
uno lo formaría la zona de Sierra Mágina, el valle del Jandulilla y el Guadiana menor;
la otra sería la conformada alrededor de la zona del Guadalbullón y las Sierras
del Sur.

Centrándonos en la primera, de la cual formaba parte Huelma, diremos que
era la más avanzada, ya en el límite norte del reino nazarí granadino, y que estaba
compuesta por una doble línea defensiva: la primera la componían los castillos

39 Sobre los hechos militares de Fernando III en Jaén, véase M. Ballesteros, “La conquista de Jaén
por Fernando III el Santo”, en Cuadernos de España, XX (1953), págs. 63-108.

40 L. Olmo, La presencia…, págs. 96 y 97.
41 Ibn Abi Zar’, Raw.d
al-Qir.tas, trad. de Huici Miranda, Valencia, 1964, pág. 597.
42 F. Vidal, op. cit., pág. 117.


Huelma musulmana y fronteriza

y enclaves de Tíscar, Bélmez, Solera, Huelma, Mata Bejid, Cambil y Alhabar; la
segunda línea de defensa estaba a cargo de las localidades de Alicún y Montejícar.

Tomás Quesada y Antonio Olmo43 completan esta información del sistema
defensivo granadino hasta hacerlo llegar a la misma capital, haciendo hincapié de
que estas líneas defensivas no eran fijas ni definitivas, cambiando según las circunstancias
militares. En suma, habría una media docena de líneas fronterizas:

1) Bejid --– Bélmez --– Solera

2) Arenas --– Cambil --– Alhabar --– Huelma --– Lucero

3) Montejícar --– Gallarín --– Torrecardela

4) Píñar --– zona del Fardes

5) Deifontes --– Torre de Sierra Elvira

6) Ciudad de Granada

Así pues, durante dos siglos, desde la segunda mitad del siglo XIII y hasta la
segunda mitad del siglo XV, Huelma hará honor a su fama como enclave fronterizo,
resistiendo las embestidas castellanas y los intentos de los cristianos por apoderarse
de ella.

Estos intentos se intensificaron a partir del primer tercio del siglo XV, al reestructurar
los castellanos su sistema ofensivo-defensivo de la frontera con los musulmanes
de Granada. Así pues, sabemos que el 1431 hubo un intento cristiano
para tomar la villa, pero que fracasó. Más documentado está el intento de toma del
año 1435, durante los reinados de Mu.

hammad IX el Zurdo de Granada y Juan II
de Castilla. En este año era canciller Don Álvaro de Luna, el cual ordenó a Fernán
Álvarez, Señor de Valdecorneja y Capitán Mayor de la frontera de Jaén la toma
de Huelma, expedición en la que participaron el obispo de Jaén Don Gonzalo de
Stúñiga, Pedro de Quiñónez, hermano de Don Suero, Gonzalo de Guzmán, afamado
justador en las cortes europeas, y el que también lo fue y autor del “Memorial
de diversas hazañas”, Diego Valera, que fue armado caballero en tal ocasión al pie
de las murallas de la villa.

43 T. Quesada, “La formación de la frontera castellano-nazarí en el sector Norte: la Serranía de
Mágina”, en 3º Coloquio Internacional de Arqueología espacial, Teruel, 1989, pág. 217; A. Olmo, Las Subbéticas…”,
pág. 295.


Estudios de Frontera. 9

Según nos narra la Crónica de Don Juan Segundo 44, el día fijado para el asalto
nocturno hubo que aplazar éste, ya que los moros se habían dado cuenta de ello
y se perdió el factor sorpresa; al parecer, la causa fue la disputa habida entre los
citados y algún otro destacado caballero sobre quiénes debían ocupar los primero
puestos en las escalas, disputa que alertó a los defensores e impidió el buen fin de
la empresa. En otra de las ocasiones el aguerrido obispo Stúñiga llegó a escalar los
muros del castillo, si bien la fuerte resistencia de los sitiados obligó a la retirada de
los sitiadores. Las fuerzas cristianas se retiraron sin poder tomar la ciudad al tener
noticias de que los musulmanes enviaban una fuerza militar en socorro de Huelma.

En 1436 hubo otro intento, pero el definitivo fue el realizado en 1438, siendo
alcalde de Huelma el famoso y popular Abén Zulema, el de las crónicas de la época,
del que sabemos que en el año 1424 era un capitán de confianza del sultán granadino,
de origen judío, conquistador de Antequera y Osuna y que, lamentablemente,
murió durante la toma de Huelma. Para ayudar en la defensa de la plaza, el sultán
de Granada envió al caudillo militar Ibn Faraˆy ibn Yusuf. Por parte cristiana, el
comandante era Don Íñigo López de Mendoza, el futuro Marqués de Santillana,
por aquel entonces Capitán Mayor de la frontera del reino de Jaén, que, tras cuatro
días de asedio, el 20 de abril de 1438, rindió la villa45, prometiendo a sus moradores
que quisieran irse poder hacerlo a Cambil, Alhabar o donde fuere, siendo esta toma
ratificada por escrito al año siguiente en un tratado firmado por los reyes granadino
y castellano. Amador de los Ríos narra esta toma de una forma tan épica y gloriosa,
que merece la pena transcribir sus palabras:

“...Huelma fue asediada por el señor de la Vega en los primero días de
marzo de 1438; y los continuos ataques, en que no brillaba tanto el valor de
los soldados como la pericia del capitán, advirtieron a los cercados de que
era imposible larga defensa. Súpole el rey de Granada, y enviando numerosas
huestes para socorrerla, con Aben-Farax-ben– Yuçeph, uno de sus más célebres
caudillos, llegó a este el 14 de abril a dar vista a la combatida fortaleza. Saliole
al encuentro con gentes de armas el fogoso Iñigo López, que rayaba apenas
veinte años y, trabada la pelea con igual coraje y fortuna, acudió el señor de la
Vega en socorro de los suyos, permaneciendo por algunos momentos indecisa
la victoria. Llegaron a afrontarse el joven Iñigo y el brioso Aben-Farax, y embistiéndose
con arrogante bravura, atravesó la pica del cristiano el pecho del
sarraceno, derribándole muerto del caballo. Fue aquel fracaso la señal de más

44 F. Pérez de Guzmán, Crónicas de los reyes de Castilla, Madrid, 1953, II, págs. 520-521. También
cuenta esta noticia G. Argote de Molina, Nobleza de Andalucía, Jaén, 1886; reimp. Jaén, 1991, pág. 699.
45 Algunas crónicas lo retrasan al día 21, pero el más probable es el día 20.


Huelma musulmana y fronteriza

cumplido triunfo, apretando los hombres de armas a la desordenada morisma
mientras el victorioso Iñigo López volaba en ayuda de su padre, que muerto
su caballo y haciendo prodigios de valor, apenas podía sostener el peso del
combate. Desalentados los granadinos, volvían por fin las espaldas, durando el
alcance y mortandad por espacio de seis leguas, hasta encerrarse en la villa de
Almendros (Iznalloz) las tristes reliquias de aquel desbaratado ejército. Cuatro
días de asaltos sin tregua ni descanso alguno hubieron menester, no obstante,
para que los defensores de Huelma rindiesen la villa y castillo al señor de la
Vega, quien por todo pacto les concedía salir solamente con sus cuerpos, dándole
seguro hasta guarecerse en Alhabar o Cambil, como mejor conviniera…
cuando llegó el momento de tomar posesión de la desalojada villa y castillo,
hacía el capitán mayor descrita ostentación de aquella prudencia, con que
sabía ser ´señor, compañero y juez de gentes de su capitanía`, porfiaban los
hombres de Jaén y de las otras ciudades fronterizas sobre cual bandera debía
penetrar primero en el castillo; tomándola todas y haciendo con ellas un haz,
metíolas juntas por su propia mano, mostrando así que todos los soldados
habían hecho gala del mismo denuedo, siendo todos los Concejos dignos de
igual lauro. Huelma veía volar los estandartes de Castilla y el pendón de los
Mendoza en su torre del homenaje, el 20 de abril de 1438»46.

Ya desde su conquista, el castillo de Huelma, totalmente rehabilitado y reforzado,
se instala en las defensas de Jaén, encargado de cubrir los pasos orientales de
Sierra Mágina, para lo cual se dispusieron dos torres, la de Galarín y la de Fajarrey;
la primera situada en el camino que lleva de Montejícar a Cambil y Alhabar; y la segunda
custodiaba el camino que provenía desde Iznalloz hasta el paso del Jandulilla.

La importancia que tenía Huelma en la frontera castellano-granadina nos lo
marca otro suceso militar: el asedio granadino de 1476. El 18 de febrero d 1476,
una expedición formada por fuerzas de Guadix y Baza tomaron posiciones y cercaron
la villa, sin tener en cuenta los tratados firmados entre Granada y Castilla, con
la excusa de que los de Huelma habían robado ganado y apresado como esclavos a
varios musulmanes47.

Hasta la toma de Cambil por los cristianos, en el año 1485, Huelma era la
avanzada de los castellanos y Cambil la de los granadinos, compartiendo un mismo
espacio fronterizo. Hay que saber que las fronteras medievales entre los dos reinos

46 J. Amador de los Ríos, Memoria histórico-crítica sobre las treguas celebradas en 1439 entre los reyes
de Castilla y Granada, Madrid, 1879.

47

T. Quesada, “La organización militar de la zona meridional del reino de Jaén: el asedio de
Huelma de 1476”, en IV Coloquio de Historia medieval Andaluza, Almería, 1988, págs. 147-159.

Estudios de Frontera. 9

no eran milimétricamente definido, sino que eran espacios abiertos, de ambigua
definición, con amplias zonas de tierra de nadie y con extensos periodos de paz y
buena vecindad que hacía de este territorio un espacio de intercambio y comercial.

A. Olmo48 nos da una serie de ejemplos de conflictos entre los vecinos de las dos
poblaciones, a pesar de los tratados firmados por ambos lados (robo de ganado,
asalto a comerciantes, abuso de pastos comunes, etc.). Para solucionar y gestionar
estas diferencias, se crearon una serie de instituciones de cooperación entre ambos
bandos, de las que destacamos tres: el alcalde o juez entre moros y cristianos, el
alfaqueque y el fiel del rastro49. El juez entre moros y cristianos era una autoridad,
reconocida por ambas partes, con un protocolo jurídico establecido de común
acuerdo, que dirimía las diferencias entre los vecinos de los pueblos musulmanes y
cristianos colindantes. El alfaqueque fue una figura muy popular, útil y necesaria
en los territorios fronterizos, que servía para negociar el rescate o intercambio de
cautivos y prisioneros, actividad lucrativa bastante frecuente; y, por último, el fiel
de rastro, experto en el seguimiento de huellas y rastros de malhechores que actuaban
en terreno fronterizo.
48 A. Olmo, Las Subbéticas…”, págs. 353 y ss.

49

 Cf., sobre estas instituciones, J. Eslava, op. cit., págs. 67 y s.; F. Vidal, op. cit., págs. 128-129;




A. Olmo, Las Subbéticas…, págs. 356-358.

domingo, 13 de octubre de 2013

PEDRITO "DE LA POSÁ" CON EL TAXI, HUELMA AÑOS 50:



                                                                               Fotografías gentileza de Francisco Peñas Martinez

miércoles, 9 de octubre de 2013

FIESTA DE LA ERMITA AÑOS HUELMA FINALES DE LOS AÑOS 50:

                                                                                      Fotografía gentileza de Rafaela González Guerrero

HAY MUCHAS FOTOS MÁS... NO ESTÁ EL FINAL AQUÍ.

No, efectivamente no lo es, hay muchas fotos que te gustará ver. Puedes pulsar en "Entradas Antiguas", aquí al lado, o bien si prefieres clasificar tu búsqueda puedes hacerlo por "TEMAS" y también por meses en el apartado de "Fechas anteriores". Éstos están en el inicio.
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