EL CORPUS:
Por su importancia, por sus connotaciones lúdico-festivas, por la implicación del poder civil local y, en definitiva, porque trascendió a lo puramente religioso, implicando a todos los sectores sociales de la villa-esto es: cabildo municipal, prior parroquial, clérigos, beneficiados, capellanes, frailes, cofradías, y pueblo fiel-, el día del Corpus Chirsti constituyó la fiesta popular por excelencia y, por supuesto, una de las jornadas festivas más destacadas del año.
En Huelma, el cabildo Municipal era el encargado de sufragar los gastos del día del Corpus. Para este fín, el duque de Alburquerque, señor de la villa, cedió al Concejo -en 1602 y por seis años renovables- una dehesa de diez fanegas de tierra, que debía roturar y poner en producción. Una vez arrendada, parte de los beneficios -63 ducados- se destinaban a sufragar los gastos generados durante el Corpus de ese año y con el remanente se establecieron cuatro censos a vecinos de la población, asegurándose rentas perpetuas para costear fiestas tan señaladas.
De este modo se evitaban situaciones dolorosas para el Concejo, como el encontrase sin recursos suficientes para celebrar las fiestas del Corpus con la solemnidad acostumbrada por la crisis económica. Así ocurrió en 1599 que, ante la escasez de fondos en las arcas municipales, únicamente se contrataron cuatro músicos que debían de amenizar tanto los divinos oficios como la procesión.
Normalmente, un mes antes del día del Corpus se celebraba un cabildo en el que se nombraban a dos comisarios de entre los regidores que organizaban todo lo referente a dicha fiesta: danzas, comedias, coloquios, música y "otras invenciones y regocijos". Llegan a sorprender actos tan variopintos, teniendo en cuenta la población en la que nos encontramos, y que nos ofrecen en su justa medida la dimensión real de la fiesta del Corpus en Huelma.
Si los actos festivos eran organizados por el Concejo Municipal, los religiosos los organizaba la Iglesia Mayor de Santa María, en estrecha colaboración con la Cofradía del Santísimo Sacramento, que se iniciaba el domingo anterior al jueves del Corpus y finalizaba el domingo siguiente, fecha en la que la anterior cofradía celebraba su fiesta mayor. En el día del Corpus Christi, y tras la solemne misa cantada, se celebraba la procesión del Santísimo Sacramento por las calles de Huelma. La Hostia consagrada se colocaba en la custodia y ésta sobre unas andas de madera hechas para la ocasión. la procesión comportaba un riguroso orden, que era reflejo de la sociedad estamental de la época: primero oficios y cofradías, desde la más joven a la más antigua, clérigos, regidores, frailes y, por último, presidiendo el cortejo, iba el prior parroquial y el corregidor de la villa. Los cofrades del Santísimo Sacramento tenían obligación de acompañarlo por las calles portando cirios y con los pendones de la misma, incurriendo en graves penas aquellos hermanos que no lo hicieran sin tener un motivo justificado. Así, el 4 de julio de 1598 el corregidor de la villa Pedro Ochoa de Salazar condenó a varios vecinos a tres rs. cada uno por no haberlo acompañado. Esta cofradía también se encargaba de adornar el templo parroquial con colgaduras y ramos para tan señalada ocasión.
OTRAS FIESTAS DEDICADAS AL SANTÍSIMO:
A partir de 1582, la Iglesia Mayor realizaba una fiesta en honor al Santísimo Sacramento los terceros domingos de cada mes, a la cual tenía obligación de asistir todo el clero parroquial.
Durante la vísperas solemnes, el día anterior, al igual que durante la misa, el Santísimo Sacramento permanecía en el altar mayor para la veneración y adoración del pueblo, prohibiéndose explicitamente que se expusiera en otro lugar. Al acabar la Misa, se iniciaba una procesión por el interior del templo, y para tal efecto se emplearon las andas que se utilizaban en la octava y día del Corpus hasta 1587. En este año, durante la visita del doctor Tello de olivares, se prohibió el emplear dichas andas, disponiendo que en su lugar el prior portara la custodia en sus manos.
El Jueves Santo era otro de los días en que el Santísimo Sacramento recibía un culto especial, pues en ese memorial de la Última Cena se conmemoraba la institución de la Eucaristía. Para ello, en la capilla del sagrario de la Iglesia de Santa María, en la nave del Evangelio contigua al presbiterio, se levantaba el Monumento. Aquel día, por la tarde y al acabar la Misa de la Cena, se procedía a la reserva del Santísimo en la capilla habilitada a tal fin para la adoración de todo el pueblo, permaneciendo en dicho altar hasta el medio día del Viernes Santo. Los momentos más solemnes eran al iniciar la adoración y al finalizar la reserva, y a ellos debían asistir todos los clérigos y las cofradías de la villa, en especial la del Santísimo Sacramento. Ésta solía dar cera para el Monumento, pese a que no era su obligación, hasta que en 1626 se negó a hacerlo al tener otros fines más prioritarios que cumplir, lo que llevó a la fábrica parroquial a querellarse contra la cofradía. En concreto, los hermanos de la Esclavitud del Santísimo Sacramento, la segunda cofradía de la villa que realizaba un culto especial a la Eucaristía, estaban presentes en el "encerramiento y desencerramiento" del Jueves y Viernes Santo con sus cirios encendidos y con su estandarte.
LA COFRADÍA DEL SANTÍSIMO SACRAMENTO DE HUELMA:
Si ha existido en la Edad Moderna alguna institución religiosa que consiguió articular en su seno todos los aspectos anteriores ésa fue la cofradía del Santísimo Sacramento, pues tenía obligación de acompañar al Viático cuando éste salía a visitar a los enfermos, atender a sus cofrades ante cualquier necesidad espiritual o corporal, darles cristiana sepultura y encargar misas por el bien de sus almas. Igualmente, participaba en la organización de la Fiesta del Corpus Christi y el Monumento del Jueves Santo.
Con estatutos fechados en 1529 y agregada a la Archicofradía del Santísimo Sacramento con sede en la iglesia romana de Santa María Sopra Minerva el 20 de abril de 1540, fue sin duda, una de las hermandades con mayor devoción popular. Así, del estudio aleatorio de unos ochenta testamentos huelmenses del último cuarto del siglo XVI se desprende que la cofradía del Santísimo Sacramento era la de mayor difusión entre la población.
Tal difusión iba pareja a los beneficios espirituales que comportaba dicha hermandad. Todo nuevo cofrade podía obtener indulgencia plenaria de todas sus culpas y pecados si se confesaba y recibía el Santo Sacramento tres veces en su vida.
Esta cofradía tenía un doble fin, de adoración y de escolta de honor, al igual que la Archicofradía de Sopra Minerva: un grupo de fieles devotos de la Eucaristía se reunieron en esta iglesia romana ante el dolor que les producía ver los sagrarios abandonados, y que el Santo Viático era llevado a los enfermos sin la solemnidad que merecía.
Una de sus obligaciones más importantes fue el acompañar el Santísimo Sacramento en su visita a los enfermos. La cofradía organizaba y costeaba todo lo relacionado con el cortejo de las diferentes salidas. Así, ofrecía cirios tanto a sus hermanos, que debían asistir obligatoriamente bajo penas, como al resto de vecinos que quisieran.
Para tal fin, muchos devotos del Santísimo Sacramento legaban en sus testamentos importantes donativos a la cofradía para que ésta los pusiera a censo y así ir costeando los gastos de cera. También tenía "un palio de damasco carmesí con cuatro varas" para que bajo de sí fuera el sacerdote con el Viático, y un estandarte de damasco, oro y seda, con vara y cruz de plata y con las insignias del Santísimo Sacramento, que presidía la comitiva. En 1632 se acordó hacer un guión nuevo, pues el que había estaba muy deteriorado. Para que lleguemos a comprender el desvelo que esta cofradía tuvo para que estas salidas se realizasen con la mayor solemnidad y decoro, en 1622 contrató a cuatro minstriles que debían tocar para el Santo Viático cuando visitaba a los enfermos todos los días de fiesta.
El acompañamiento en los funerales, el dar cristiana sepultura a aquellos hermanos que estuvieran encomendados, así como los sufragios post mórtem eran otros fines importantes de la cofradía. Ésta acompañaba a sus hermanos difuntos el día de su funeral -cuando lo solicitasen en su testamento-, dándole cuatro hachas de cera para cada uno y debiendo decirles una misa por su alma. Por otro lado, si quien fallecía era alguno de sus hijos o criados, se les daba dos hachas a cada uno -siempre que estos últimos no tuvieran con qué enterrarse-. Cuando una persona pedía encomendarse a la cofradía pagaba el doble de una entrada normal, es decir, 20 rs, lo que le otorgaba ciertos derechos, como eran un trato más personal de la cofradía en la agonía, enterramiento y honras fúnebres.
La fiesta principal de la cofradía se celebraba el domingo infraoctavo al del día del Corpus, fiesta que era precedida por por una octava al Santísimo Sacramento -en la que se exponía el Cuerpo de Cristo en la custodia para darle adoración por los hermanos-, y culminaba el domingo susodicho con una solemne misa cantada con sermón y ministriles -músicos de cuerda o viento-.
El jueves del octavario se celebraba el día del Corpus Christi. En esta fiesta, como ya expusimos anteriormente también participaba de modo especial esta cofradía, teniendo obligación de acompañar al Santísimo Sacramento tanto en la misa como en la posterior procesión por las calles del pueblo.
Sintetizando, la octava, el día del Corpus y la fiesta del Santísimo Sacramento, el domingo infraoctavo, eran celebraciones que estaban intimamente relacionadas y en las que ésta cofradía participaba no sólo de un modo activo, sino que colaboraba con la fábrica parroquial en su organización y en sufragar los gastos originados en cera, colgaduras, ramos, indienso, organista y ministriles. El Concejo municipal, por su parte, se encargaba de la vertiente lúdica, pero sin entender ambos aspectos -culto y fiesta- como aspectos disociados, sino más bien entroncados en la misma causa: que todo el pueblo, unido a una, honre devota y festrivamente al santísimos Sacramento.
LA COFRADÍA DEL SANTÍSIMO SACRAMENTO DE HUELMA:
Si ha existido en la Edad Moderna alguna institución religiosa que consiguió articular en su seno todos los aspectos anteriores ésa fue la cofradía del Santísimo Sacramento, pues tenía obligación de acompañar al Viático cuando éste salía a visitar a los enfermos, atender a sus cofrades ante cualquier necesidad espiritual o corporal, darles cristiana sepultura y encargar misas por el bien de sus almas. Igualmente, participaba en la organización de la Fiesta del Corpus Christi y el Monumento del Jueves Santo.
Con estatutos fechados en 1529 y agregada a la Archicofradía del Santísimo Sacramento con sede en la iglesia romana de Santa María Sopra Minerva el 20 de abril de 1540, fue sin duda, una de las hermandades con mayor devoción popular. Así, del estudio aleatorio de unos ochenta testamentos huelmenses del último cuarto del siglo XVI se desprende que la cofradía del Santísimo Sacramento era la de mayor difusión entre la población.
Tal difusión iba pareja a los beneficios espirituales que comportaba dicha hermandad. Todo nuevo cofrade podía obtener indulgencia plenaria de todas sus culpas y pecados si se confesaba y recibía el Santo Sacramento tres veces en su vida.
Esta cofradía tenía un doble fin, de adoración y de escolta de honor, al igual que la Archicofradía de Sopra Minerva: un grupo de fieles devotos de la Eucaristía se reunieron en esta iglesia romana ante el dolor que les producía ver los sagrarios abandonados, y que el Santo Viático era llevado a los enfermos sin la solemnidad que merecía.
Una de sus obligaciones más importantes fue el acompañar el Santísimo Sacramento en su visita a los enfermos. La cofradía organizaba y costeaba todo lo relacionado con el cortejo de las diferentes salidas. Así, ofrecía cirios tanto a sus hermanos, que debían asistir obligatoriamente bajo penas, como al resto de vecinos que quisieran.
Para tal fin, muchos devotos del Santísimo Sacramento legaban en sus testamentos importantes donativos a la cofradía para que ésta los pusiera a censo y así ir costeando los gastos de cera. También tenía "un palio de damasco carmesí con cuatro varas" para que bajo de sí fuera el sacerdote con el Viático, y un estandarte de damasco, oro y seda, con vara y cruz de plata y con las insignias del Santísimo Sacramento, que presidía la comitiva. En 1632 se acordó hacer un guión nuevo, pues el que había estaba muy deteriorado. Para que lleguemos a comprender el desvelo que esta cofradía tuvo para que estas salidas se realizasen con la mayor solemnidad y decoro, en 1622 contrató a cuatro minstriles que debían tocar para el Santo Viático cuando visitaba a los enfermos todos los días de fiesta.
El acompañamiento en los funerales, el dar cristiana sepultura a aquellos hermanos que estuvieran encomendados, así como los sufragios post mórtem eran otros fines importantes de la cofradía. Ésta acompañaba a sus hermanos difuntos el día de su funeral -cuando lo solicitasen en su testamento-, dándole cuatro hachas de cera para cada uno y debiendo decirles una misa por su alma. Por otro lado, si quien fallecía era alguno de sus hijos o criados, se les daba dos hachas a cada uno -siempre que estos últimos no tuvieran con qué enterrarse-. Cuando una persona pedía encomendarse a la cofradía pagaba el doble de una entrada normal, es decir, 20 rs, lo que le otorgaba ciertos derechos, como eran un trato más personal de la cofradía en la agonía, enterramiento y honras fúnebres.
La fiesta principal de la cofradía se celebraba el domingo infraoctavo al del día del Corpus, fiesta que era precedida por por una octava al Santísimo Sacramento -en la que se exponía el Cuerpo de Cristo en la custodia para darle adoración por los hermanos-, y culminaba el domingo susodicho con una solemne misa cantada con sermón y ministriles -músicos de cuerda o viento-.
El jueves del octavario se celebraba el día del Corpus Christi. En esta fiesta, como ya expusimos anteriormente también participaba de modo especial esta cofradía, teniendo obligación de acompañar al Santísimo Sacramento tanto en la misa como en la posterior procesión por las calles del pueblo.
Sintetizando, la octava, el día del Corpus y la fiesta del Santísimo Sacramento, el domingo infraoctavo, eran celebraciones que estaban intimamente relacionadas y en las que ésta cofradía participaba no sólo de un modo activo, sino que colaboraba con la fábrica parroquial en su organización y en sufragar los gastos originados en cera, colgaduras, ramos, indienso, organista y ministriles. El Concejo municipal, por su parte, se encargaba de la vertiente lúdica, pero sin entender ambos aspectos -culto y fiesta- como aspectos disociados, sino más bien entroncados en la misma causa: que todo el pueblo, unido a una, honre devota y festrivamente al santísimos Sacramento.
El Santísimo Sacramento como centro de la piedad.
Universidad de Jaén.
Universidad de Jaén.
Amable Vico Vico.
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