Gracias a la memoria de Elisa Moreno y a su generosidad, puedo adjuntar como texto a esta fotografía un poema que recitaban las niñas y niños en la escuela, para este día de fiesta en Huelma a finales de los años veinte y principios de los treinta:
EL ÁRBOL:
Vano intento pretender
a los árboles cantar
cuando yo solo se hacer
o dar tormento o jugar.
Pero no quiero callar
en una ocasión como esta
que al celebrar hoy la fiesta del árbol
quiere esta niña decir
los bienes que presta para tenerle cariño.
El árbol se planta
crece y su fruto es alimento
a veces nos ofrece eficaz medicamento,
en el invierno es contento
pues nos calienta su fuego
y su sombra quita luego en el verano calor
y nos dá fresco y sosiego,
¿no es digno de nuestro amor?
sus hojas tienen virtud
del ácido que envenena
al sorber y dar salud porque nos oxigena.
El árbol su planta llena de piedad y consuelo
porque arrastrado en el suelo
de nuestro mortal camino
nos vá señalando el cielo
nuestro origen y destino.
A los niños va a servir
para cuna de madera,
Ataud va ha recibir el cadaver del que muera,
solo por esto se hiciera digno de nuestros amores
amar al arbol señores.
Y ya al terminar os digo
que por todos sus favores,
yo lo quiero y lo bendigo.
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